sábado, 28 de mayo de 2011

SÉPTIMO: ECO Y NARCISO



Eco y Narciso (un amor no correspondido)

Narciso era un joven de una extraordinaria e irresistible belleza, hijo del río Cefiso y de la ninfa Liríope. Poseía una belleza tan embaucadora que enamoraba perdidamente a todo aquel que tuviese la mala fortuna de contemplar su rostro. Pero su arrogancia y su soberbia le hacían despreciar a todas y cada una de las doncellas que caían rendidas a sus pies. Hacía continuamente caso omiso a las insinuaciones y declaraciones de amor que le profesaban. Un día que Narciso se encontraba tumbado en un prado, abandonado plácidamente en los brazos de Morfeo, soñando seguramente consigo mismo, apareció paseando por allí una ninfa llamada Eco, que tras contemplarlo gentilmente dormido, quedó prendada enseguida de su hermosura, perdidamente enamorada y viendo que Narciso se había despertado y se disponía a alejarse de aquel lugar, intentó salir de detrás de un árbol, pero al pisar una rama seca que había en el suelo, produjo un sonido que alertó a Narciso.

- ¿Quién anda por ahí?

- ¿Ahí? Le contestó Eco
- ¿Quién eres? ¿Por qué no vienes?
- ¿Vienes? Le preguntó Eco
- ¿Dónde estás? No puedo verte
- Puedo verte, repitió Eco
- Ya estoy harto, me voy
- Me voy, dijo Eco, queriendo decir todo lo contrario
Ella lo siguió, pero él no quiso saber nada de una ninfa con una conversación tan estúpida, y se alejó rápidamente de ella. Eco anduvo sin rumbo hasta un acantilado donde fue marchitándose de amor y humillación hasta que sólo perduró su voz, aun muerta se le oye en lugares parecidos repetir las últimas palabras que oye. Eco era víctima de una maldición impuesta por la diosa Hera, que la condenaba a repetir siempre la última palabra, pero nunca la primera. A causa de la ayuda que prestó Eco, a sus espaldas, a las amantes de Zeus.
Al enterarse de su muerte, las hermanas de Eco pidieron ayuda a Némesis, hija de la noche y diosa de la venganza. Ésta accedió, y para vengar a Eco y al resto de mujeres que languidecían por culpa de Narciso, lo condenó impulsándolo a beber de una fuente cristalina donde se viese reflejado. Cuando Narciso vio aquel rostro tan bello, quedó extasiado, intentó atrapar aquella belleza con la mano, pero cuando tocaba el agua la imagen desaparecía, al fin sufrió la amargura y el tormento del amor no correspondido. Así pasaron los días, se olvidó de comer y de beber, absorto en la imagen perfecta, esperando a ser correspondido por su propio reflejo. Poco a poco sus piernas se convirtieron en raíces, su cuerpo en tronco, sus brazos en ramas y su hermosa cabeza en una maravillosa flor que desde entonces lleva su nombre.
Narciso murió víctima de su propia vanidad y arrogancia por un amor no correspondido, y así Eco fue vengada.

Por esta razón a las personas que se consideran exageradamente hermosas, se aman a sí mismas  y creen que no existe nadie mejor que ellas se los llama: NARCISISTAS...




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